
Uno de mis sueños desprendidos es el haber tenido una moto. Poco a poco me fui desenganchando del mundillo, de las comidas de moteros, de las concentraciones, de diseñar cómo serigrafiaría el casco, de que forma personalizaría la moto. En fin, año tras año diseñando y personalizando aire. Se pasaba demasiado mal y no era cuestión de seguir echando sal en la herida. Seguía comprando revistas del género pero, al final, acumulas y acumulas y para qué.
En fin, quiero desde aquí evocar un recuerdo de Seni, quien tantas veces me llevó de paquete y a tantas comidas me invitó a cambio de ir grabando en vídeo a los amigos moteros. Espero que, donde esté, cabalgue en una burra hecha de fuego y nubes.
Que nadie se llame a engaño, cuando un sueño a muerto, no existe resurrección. solo queda nostalgia.