viernes









El fin de semana en Madrid ha sido, como no podía ser de otra forma, maratoniano. 08:00 de la mañana, Juanje y yo, ya en marcha. Buen autobús y encuesta al canto. Llamadas telefónicas y una película un tanto infumable. Comimos cerca del Retiro con Tito, siempre accesible, con Inma Luna, mordaz y cariñosa y con Roberto Mezquita, con su inagotable humor inglés.


Después de comer, dejamos a nuestros acompañantes y nos dirigimos a Carabanchel Alto donde se celebraba la Pequeña Feria de Publicaciones organizada por La Casa del Oso. Estaba muy concurrida; allí coincidimos con Ángel Sanz, buen amigo de El Costurero de Aracne. Con la enigmática y simpática Laura (ex pa´comer aparte). También andaban por allí los creativos de La Más Bella, Pepe y Diego. Lukas, Virginia y como no, Rodrigo también se mezclaban entre la gente. En fin, presentaciones de colectivos, publicaciones, cerveza y charlas con los expositores, hicieron que anduviéramos por allí unas cuatro horas.


De allí fuimos al bar Tapas y Fotos donde había una especie de maratón pético en el que recitaban entre otros/as David González, Déborah Vukusic, y un largo etcétera de poetas a los que no conocía.


De allí a la cama y a la mañana siguiente al rastro, a Tirso de Molina y a comer sardinas, chopitos y beber alguna que otra cerveza con los amigos del Satélite y demás.


Por la tarde al autobús, uno viejo, sin encuesta y una película aún peor que la de la ida. En fin.


Pero faltó una persona a la que no vi, el destino nos tiene vedado un encuentro desde hace más de un año y no hay forma, lo hemos intentado y ha manipulado los caminos torciéndolos, retorciéndolos y separándolos. Esa persona es Tucha, a la que aprecio muchísimo desde aquel año que nos conocimos en Punta. Desde estas líneas un fuerte abrazo y la intención de seguir intentando encontrarnos.

lunes

Ya es hora de que pase por este rincón y quite polvo y telarañas y, en su lugar, ponga lo que Gutenberg dio en llamar los veinticinco soldados de plomo. Ahí va la frase:
"La imprenta son veinticinco soldados de plomo con los que se puede conquistar el mundo"
En fin.
No soy de hacer reseñas pero esta es la mejor excusa o razón, según se mire, para seguir llenando este saco de txirlora.
Me lo dijo mi hermana. "Este viernes, por el pasado, presenta su primer libro de poesía un compañero de trabajo en La casa del libro. ¿te animas?
¿Por qué no? pensé. Vamos a ver que se cuece fuera del entramado conocido.
Y allí nos presentamos en el evento.
El libro: 75 ausencias, recuerdos & utopías. El poeta: Ibon Zubiela. Él nervioso. La encargada de presentarle... también. Pero debo decir que la presetación me gustó. Se dieron una serie de ingredientes que a mi entender resultan esenciales.
La asistencia de gente fue buena. Familiares, amigos, compañeros de trabajo y algunos como yo.
La amiga responsable de presentar al poeta dejó bien claro que a lo largo se su aserto, sólo iba a leer cuatro poemas; ni uno más. Como digo, habló del autor, de sus condiciones humanas y entremezcló en todo esto, lecturas breves. Luego habló él. Optó por no leer ninguno de sus poemas y comentar lo raro que era escribir un libro de poesía en el siglo XXI. Yo debo decir en su contra que no es tan raro, que hay mucha gente que escribe y bastante que publica, sobre todo en el ámbito de las ediciones alternativas y editoriales independienes entre las que, intuyo que se encuentra aún a riesgo de equivocarme, la editorial Narradores.
Hizo un ejercicio de humildad, calificando de artistas a quienes le habían inspirado en sus escritos y alejándose él de dicho adjetivo. Vuelvo a discrepar: Estimado Ibon, para plasmar el arte hay que ser también artista.
en fin, el libro no lo he leído. Esta reseña lo es sólamente de la presentación que, como he dicho antes, estuvo bien, administrando los tiempos de forma adecuada, pues todos sabemos lo que puede significar la presentación de un solo autor que se dilate en exceso y si, como yo, te acabas de meter nueve horas de obra enre pecho y espalda, las cabezadas están garantizadas.
Al final me quedé con un buen sabor de boca y con una frase que nada más decirla, la apunté y que él citó como el consejo de una amiga.
La frase o consejo venía a decir que a la hora de escribir, hay que hacerlo para el almacén y no para el escaparate.
Muy visual.
Aurrera Ibon.