
Al mediodía, comimos con Tito Y con InmaLuna. Comida sencilla y conversación siempre interesante. Cafeses y copas y hasta dentro de unas horas.
El ambiente en los Jacintos, como siempre, entre amigos y a partir de ahí, a disfrutar. Entré a eso de las 20:30 y salí de allí sobre las 2:30 de la madrugada con un regusto dulce en la boca y el corazón contento. Al día siguiente nos esperaba El Escorial.
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